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Ha pasado una semana del cierre de Lollapalooza, días suficientes para mirarlo en perspectiva y sacar conclusiones. Y, también, soñar la próxima experiencia. 

Consolidado como el festival masivo más grande de Chile, nos tomamos el tiempo de compartir algunas impresiones y expectativas para el próximo año cuando cumpla una década en nuestro país.

Lo bueno:

+ Consideración a artistas emergentes que están en vías de consolidar su carrera, sobre todo los chilenos. Desde Frank's White Canvas hasta Paloma Mami.

+ La diversificación del espectro musical del festival. Esta edición de Lollapalooza fue duramente criticado por algunos grupos de personas que sentían que estaba traicionando su "espíritu rockero" al incluir espectáculos de trap, de cumbia y de otros estilos; lo cual fue un acierto. El mundo está cambiando y Lotus leyó bien el contexto y logró incluir "lo que se viene" o lo que "está sonando", en desmedro de las grandes bandas de rock que tuvieron su momento de gloria hace más de dos décadas. La diversidad de géneros musicales brillo por su presencia y apto para todas las edades.

+ Kidzapalooza como siempre un muy buen espacio de esparcimiento, el que permite a padres e hijos compartir con buena música, además de los stands con conciencia social, como el cyberacoso, bullying, niños en Palestina, entre otros.

Lo por mejorar:

+ Pifias de sonido reflejado en el show de Lenny Kravitz.

+ Si bien estuvieron bien escogidos los números, abriendo la puerta a los ""sonidos urbanos"", desde la organización tuvieron poca pericia para escoger algunos escenarios. Por ejemplo, Paloma Mami desbordó el pequeño Lotus Stage; situación que incluso pudo haber puesto en riesgo la integridad de los espectadores. Claramente la expectación que generaba la joven cantante nacional, habría sido mejor llevada en el VTR Stage o en el Banco de Chile Stage, que podía alojar a una mayor cantidad de público. Igualmente, que algunos de los show deberían haber estado en estos escenarios más grandes. A la catalana Rosalía le quedó chico el Acer Stage; St. Vincent daba para un proscenio de mayor envergadura igualmente. Respecto a escenarios repletos, el Perry Stage, donde se suelen programar los show de música electrónica, solía estar repleto, sobre todo entrando la noche, donde se presentaban los DJ más conocidos. El sábado la situación se tornó tensa, debido a la masa de gente que pretendía entrar a ver a Steve Aoiki, en un Movistar Arena con el aforo completo. Deberían habilitarse números del estilo en otros escenarios, buscan una forma -quizás sacando entradas previas- para evitar aglomeraciones y largos momentos de espera (para finalmente quedarse afuera).

+ Faltaban puntos limpios contenedores de basura cerca de los escenarios y más información de seguridad en los accesos. Y, por cierto, considerar un plan de salida para cada jornada que no haga caótico dejar el Parque O'Higgins.

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